Dalí y la ciencia

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Por: Fabiola Eme

“La gente se ríe al ver mis cuadros por primera vez. Pero los científicos reconocen que cada pintura es una auténtica profecía.”

Salvador Dalí (11 de mayo de 1904 – 23 de enero de 1989)

Detrás del tópico del artista estridente, Salvador Dalí era un artista total, con un genuino interés por la ciencia como método para explicar la realidad. “Es evidente que existen otros mundos. Esos otros mundos están en el nuestro”, decía. Su mente tan privilegiada como loca aspiraba, como los hombres del renacimiento, a integrar arte y ciencia en su obra, y muchos de sus cuadros incorporan conceptos científicos como el espacio, el tiempo y la materia.

Su biblioteca estaba llena de tratados científicos sobre física, mecánica cuántica, matemáticas y la evolución y origen de la vida, repletos de anotaciones y pequeños dibujos. En la última etapa de su vida en su mesilla de noche había libros de Stephen Hawking, Matila Ghyka y Erwin Shrödinger.

Incluso su firma estaba inspirada en una imagen científica. Su “corona líquida” es la representación de la fotografía estroboscópica de la caída de una gota de leche, tomada por Harold Edgerton, ingeniero y fotógrafo que consiguió capturar momentos imperceptibles a simple vista. Sus instantáneas se definen como un maridaje perfecto entre arte y ciencia.

Desde finales de los 40s, se ve un mayor interés por la física nuclear en las obras de Dalí. Esta disciplina le abre las puertas de un nuevo y desconocido mundo, de una nueva dimensión de la realidad. Dalí se consideraba seguidor de un nuevo misticismo atómico y nuclear y pintó el equilibrio y la fragmentación atómica de la materia. Incorporando elementos de la tradición religiosa y renacentista. Werner Heisenberg le sedujo de manera especial. Sobre él dijo en su Manifiesto antimateria de 1958: «quiero encontrar la manera de transportar a mis obras la antimateria. Se trata de la aplicación de una nueva ecuación formulada por el doctor Heisenberg. Ésta es la razón de que yo, que sólo admiraba a Dalí, comience a admirar a este Heinsenberg que se parece a mí«.

Le tocó vivir en una época donde una nueva generación de científicos llegó más allá de la realidad tangible. Científicos como Schrödinger o Heisenberg estudiaban la materia a la escala de los átomos y sentaron las bases para la mecánica cuántica. Para Dalí estos avances científicos eran más que una simple afición o curiosidad. La ciencia fue protagonista de muchas de sus pinturas, sobre todo a partir de la década de 1940, con la era de la física atómica. En una entrevista dijo que “No hay nada más alegre que la colisión y explosión de los conflictos intra-atómicos de la física nuclear. Mi mayor alegría es contemplar estos terribles conflictos de los electrones, los mesones pi y los átomos, todos saltando y bailando en una extraordinaria sensación rítmica”. En sus cuadros, objetos de todas clases se descomponen en partículas que flotan en el espacio. Como átomos o como galaxias vistas a la distancia. 

La velócidad máxima de la Madonna de Rafael

“Todo pintor pinta la cosmogonía de sí mismo, Rafael pintaba el renacimiento, Dalí pinta la era atómica y la era freudiana. Cosas nucleares y cosas psicoanalíticas.” A Dalí le interesaba la ciencia por diversos motivos. Uno de ellos era la posibilidad de conectar a través de ella con la imaginación. Hay artistas que salen a pasear por el campo porque necesitan ver la luz para pintar un paisaje. Pero estoy convencido de que el alimento esencial de Dalí para su creatividad era el conocimiento científico”, decía Jorge Wagensberg, quien en 1985 participó en las jornadas científicas ‘Dalí. Nuevas fronteras de la ciencia, el arte y el pensamiento’ organizadas en el Museo Dalí de Figueres. Aquel encuentro logró reunir una comunidad científica de alto nivel y a un público formado por científicos, filósofos y artistas. Entre los ponentes había varios premios Nobel que hablaron sobre procesos irreversibles, cosmología, la teoría de catástrofes y la inteligencia artificial. Con 81 años y un delicado estado de salud, Dalí no participó en aquel congreso, pero siguió las sesiones a través de un monitor desde su habitación.

Intercambió cartas y mantuvo conversaciones sobre ciencia con Thomas Banchoff, Ilya Prigogine, entre otros. Y, aunque seguramente no comprendía la ciencia de la misma forma que la comprenden los científicos, tenía grandes intuiciones que plasmaba en sus lienzos y en sus escritos.

Uno de sus cuadros más famosos, La persistencia de la memoria, parece aludir a la Teoría de la Relatividad General, ya que en él aparecen 3 relojes blandos sugiriendo que en el mismo espacio se expresan 3 distintas temporalidades. Sin embargo, él afirmaba que los relojes blandos no se inspiraban en la teoría de Einstein, si no que intentaban representar la percepción surrealista de un queso camembert fundiéndose en el sol. Insistió en esta explicación incluso en las cartas que intercambió con Ilya Prigogine. A lo cual, Prigogine dijo que “el queso que se funde tiene una dirección. No es lo mismo el futuro del queso que su pasado. Los objetos se transforman en una dirección. Hay una evolución. No solo en las plantas, los animales y los seres humanos. Sino también en las cosas. Y Dalí, en el fondo, retoma la idea del tiempo universal que se encuentra en las cosas. Y en eso, yo soy Daliniano 100%. El tiempo es la realidad”

La persistencia de la memoria

En su cuadro Leda atómica, Dalí hace un estudio y un homenaje a la armonía de la proporción áurea inspirado en el Tratado de la Divina Proporción de Luca Pacioli. Dalí reinterpreta el mito de Leda y el cisne en una pintura basada en la física nuclear. En esta obra se ve la estructura de los átomos que gravitan sin constituir un cuerpo sólido y cómo los objetos se sitúan en el espacio sin integrarse en la figura. Otros artistas ya habían empleado la geometría áurea en sus obras, como Botticelli, Alberto Durero o Velázquez. Este último citado por Dalí en sus memorias, dando una explicación fascinante sobre el cuadro Las Meninas, donde según él, la armonía del cuadro reside en el aire que contiene el cuadro, el cual entra por la ventana abierta de la derecha y dibuja una espiral áurea que sigue hasta llegar a la paleta del pintor. Dalí también utilizó rectángulos y espirales áureas para sus cuadros y manifestaba una simpatía obsesiva por los cuernos de rinoceronte al haber encontrado que en ellos se detectan curvas logarítmicas.

Leda atómica

Durante las siguientes décadas y prácticamente hasta su muerte, Dalí se sintió fascinado por la biología molecular y el ácido desoxirribonucleico como clave para la estructura y transmisión de la vida. A este periodo de su obra artística se le considera como «el periodo del ADN”, siendo Galacidalacidesoxyribonucleicacid la obra más representativa de esta época. De haber sabido que un día exhumarían sus restos para hacerle la prueba del ADN, seguramente habría recibido la noticia con euforia.

Galacidalacidesoxyribonucleicacid, o el homenaje de Dalí a Crick y Watson, quienes descubrieron la peculiar forma de doble hélice como escalera de caracol del ADN
La estructura del ADN. Obra estereoscópica

Salvador Dalí encontró en la ciencia las ideas que le permitían explorar un lenguaje que trascendía el aspecto formal pictórico o artístico, convirtiéndose en el lenguaje místico y universal de la imaginación.

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